Thomas S. Monson, el profeta de La Iglesia de los Santos de los Últimos Días (el verdadero nombre de la Iglesia Mormona), dijo una historia en noviembre de 1983 que explica uno de los usos del ayuno y la oración. El Presidente Monson estuvo sirviendo como presidente de misión en Toronto, Canadá. Esto quiere decir que él supervisaba a todos los misioneros en esa área, algunos jóvenes que llegan a la edad de diecinueve años, y algunas parejas de jubilados.
Un misionero estuvo muy enfermo y los médicos creían que no podría sobrevivir a la cirugía que necesitaba. Se contactó a sus padres y no tardaron en llegar a estar con él. El Presidente Monson y el padre del joven misionero le dieron una bendición del sacerdocio. Esto se hace al poner los hombres las manos sobre su cabezas y orar para que se cumpla la voluntad de Dios.
El misionero, el élder Davidson, estaba en una habitación de hospital con otros cinco hombres fornidos y por lo general, con buen apetito. Mientras que él estaba teniendo su cirugía, la enfermera llegó con el desayuno, una porción más grande que de costumbre debido a que los hombres siempre querían más de lo que se les daba. Sin embargo, cuando ella trató de servirlo para el primer hombre, él se negó a comer. Cada uno de los otros cuatro pacientes también se negó a recibir el desayuno esa mañana. Cuando la enfermera les preguntó cuál era el problema, ellos explicaron que el élder Davidson les había dicho mucho acerca de sus creencias religiosas. Una de las cosas que ellos habían aprendido era que él creía que si la gente ayunaba y oraba, podrían llevar a cabo milagros. Habían decidido ayunar y orar ese día por el élder Davidson, a pesar de que ellos no eran mormones.
No sólo la cirugía fue un éxito, sino cuando Thomas S. Monson trató de pagar al cirujano, se negó a tomar cualquier dinero. Él dijo que era la primera vez en toda su vida que había hecho una cirugía en la que sintió que sus manos fueron guiadas por un poder superior. Debido a esto, sintió que no era apropiado para él recibir el pago.
Lea la historia complete (en inglés) en:
Crisis at the Crossroads por Thomas S. Monson
Los mormones siguen las enseñanzas bíblicas de ayuno y la oración. Veamos el ayuno primero.
Para los mormones, ayunar significa abstenerse de alimento o bebida de cualquier tipo, incluso el agua. Ellos lo hacen una vez al mes si ellos son físicamente capaces de hacerlo, usualmente el primer domingo del mes. Ellos ayunan por veinticuatro horas, lo que les requiere abstenerse de sólo dos comidas si las programan oportunamente. Durante ese tiempo, ellos pasan tiempo extra en oración, y frecuentemente eligen un propósito para hacer su ayuno, al igual que los hombres en la historia anterior centraron su ayuno en ayudar a su amigo a sobrevivir a la cirugía. Los mormones podrían ayunan para obtener un testimonio de una doctrina en particular, para ayudar a un familiar o un amigo que está pasando por problemas, o para darles fuerza para enfrentar una situación difícil en sus propias vidas.
El ayunar les permite centrarse en asuntos espirituales y también los hace humildes, haciendo que sean más receptivos a las enseñanzas de Dios. Durante el ayuno, ellos orarán y esperarán respuestas y debido a que están haciendo este sacrificio, ellos son más capaces de reconocer las respuestas dadas.
Como una nota interesante, cuando los mormones ayunan, ellos donan el dinero que hubieran gastado de comida y bebida, y a menudo una cantidad adicional, a un fondo especial utilizado sólo para ayudar a los pobres. Ninguno de los fondos se destina para gastos administrativos, de modo que todo se va a alimentar a alguien que de una u otra manera estaría con hambre, sin hogar, o con otras necesidades.
Jesús enseñó que el ayuno nos podría fortalecer espiritualmente y nos permite llevar a cabo milagros que no se puede lograr de otra manera (Ver Mateo 17:14-21).
La oración es una parte crítica del proceso del ayuno. Jesús enseñó a sus seguidores a orar y Él mismo oró a su Padre, a veces públicamente para dar el ejemplo. Los mormones se caracterizan por el número de veces que oran a Dios en un día determinado. Se les enseña a orar cada mañana y noche en una oración personal, a orar en pareja si son casados, y en familia, si tienen hijos u otras personas que viven en sus hogares. Además, ellos oran antes de las comidas y antes de estudiar las escrituras. Luego, por supuesto, también hablan con Dios en cualquier momento durante el día en que sienten la necesidad o el deseo de hacerlo. Muchos de ellos mantienen una conversación en curso durante todo el día.
La religión mormona se inició con una oración, lo que hizo que esa doctrina sea especialmente significativa para sus miembros. Cuando José Smith, el primer profeta, tenía catorce años, él leyó Santiago 1:5 en el Nuevo Testamento. Esta decía que si a uno le faltara la sabiduría necesaria para saber algo, puede pedirle a Dios y le promete que Dios le respondería. Él tomó la escritura al pie de la letra y se fue al bosque a orar, donde Dios y Jesucristo se le aparecieron para responder a su pregunta acerca de a qué iglesia unirse.
Por supuesto, la mayoría de las personas no recibe una respuesta tan directa a sus oraciones; sin embargo, Dios promete responder a todas las oraciones significativas y justas. Él puede responder de tres formas: sí, no o todavía no, pero siempre responde.
Para recibir las respuestas a las oraciones, los mormones siguen un patrón establecido. Ellos no usan oraciones escritas y recitadas, salvo en algunas situaciones formales y nunca en sus oraciones personales (Las oraciones recitadas están reservadas para situaciones como la bendición del sacramento, similar a la comunión, o el bautismo). Aunque no hay palabras exactas, hay un patrón que es muy sencillo.
Los mormones comienzan su oración y se dirigen a Dios por su nombre. Ellos usan una simple frase como: «Querido Padre Celestial» o «Mi Padre en los Cielos». A continuación, dan gracias por las bendiciones que Dios les ha dado. De esta manera, antes de empezar a pedir cosas, se les recuerda lo bueno que Él ha hecho y de Su atención a sus necesidades. También demuestran a Dios que ellos mismos están prestando atención y que no está tomando estos regalos por sentado.
Estas expresiones de gratitud pueden ser seguidas por solicitudes de ayuda, aunque los mormones a veces dan las gracias y nada más. Los mormones creen que no deben tratar a Dios como a Santa Claus, pidiéndole cosas que ellos pueden hacer por sí mismos. Una persona que necesita un trabajo, todavía se sentará en la computadora en busca de trabajo, en lugar de ir a jugar y esperar que Dios deje un puesto de trabajo a su regazo. Él confiará en que Dios le mostrará dónde buscar para el trabajo que necesita, pero él va a seguir buscando. Un mormón también actúa como si él espera que su oración sea respondida. Por ejemplo, si se ora por la oportunidad de presentar a alguien a Jesucristo, él comenzará a aprender más y decidir cómo tratar sobre el Salvador, a pesar de que todavía no haya pensado en alguien que no conoce acerca de Jesús.
Los mormones cierran sus oraciones en el nombre de Jesucristo, porque oramos a Dios por medio de Él. La oración se termina luego con el tradicional “Amén”.
Para los mormones, la oración sirve para muchos propósitos. Les ayuda a hacer de Dios un compañero de su vida, una parte de todo lo que hacen. También les permite construir una relación cercana y personal con él, para que cuando regresen a casa, lo conozcan bien. Ellos construyen confianza en Dios y aprenden a reconocer cómo Él se comunica con ellos.
Dios le prometió, en Santiago 1:5, que Él contestaría nuestras oraciones. Los mormones creen que Dios cumple Sus promesas y que si Él dice que nos dará sabiduría, lo hará de una manera que podamos reconocerla. A pesar de que algunas religiones enseñan a las personas no orar por la verdad, porque no saben quién está respondiendo a la oración, los mormones confían en que Dios puede hacerlo todo, incluyendo el hacer que Sus respuestas se puedan identificar. Por esa razón, después de orar, se les enseña a permanecer en silencio sobre sus rodillas, esperando a ver si a Dios le gustaría hablar con ellos. La oración no es una comunicación de un solo sentido.
Los mormones en general, primero analizan sus problemas y llegan a una conclusión por sí mismos. Luego van a Dios por la confirmación de sus elecciones. Cuando hemos tomado la decisión correcta, Dios llena nuestro corazón con un sentimiento de paz y gozo. Satanás no puede crear paz ni gozo. Cuando nos equivocamos, a menudo sentimos confusión o un «estupor de pensamiento». Esto nos dice que tenemos que empezar de nuevo con el proceso de estudio.
Cuanto más oramos y nos volvemos a Dios en la fe, más crece nuestra fe y más estrecha será nuestra relación con Él.
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