El mormonismo es el apodo dado a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Una pregunta que muchos cristianos tienen acerca de los mormones es si creen o no en el mismo Dios que otros cristianos. En primer lugar vamos a ver algunas creencias mormonas en general acerca de Dios y luego vamos a averiguar lo que el profeta mormón dice acerca de él. Eso le dará una visión clara de lo que los mormones realmente hoy creen acerca de Dios.
El Dios mormón no es parte de una trinidad post-bíblica. Él es un ser independiente.
¿Los mormones creen en la Trinidad?
Las creencias mormonas clave se describen en un documento de Joseph Smith, el primer profeta mormón, llamado los Artículos de Fe. El primero dice: «Creemos en Dios, el Eterno Padre, en Su Hijo, Jesucristo, y en el Espíritu Santo». En él se establecen las primeras creencias de los mormones acerca de Dios: que Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo (Santo Espíritu) no son un solo ser.
A pesar de las creencias mormonas se han constituido por la revelación de los profetas, tal y como fueron en los tiempos bíblicos, ellos se dirigen a la Biblia, así como a otras Escrituras, para la confirmación y la comprensión de las creencias mormonas. La Trinidad no se encuentra en la Biblia. Fue, de hecho, fruto de credos desarrollado en una variedad de concilios, entre ellos el Credo de Nicea. Estos concilios se llevaron a cabo mucho después de la muerte de Jesús y fueron el resultado de la apostasía que ya existía. Los cristianos ya no se ponían de acuerdo en una serie de temas religiosos y por lo tanto se llevaron a cabo los concilios para votar sobre cuáles serían aceptados como doctrina estándar. Sin embargo, la Biblia habla claramente sobre el tema. Jesús oró a Dios, no a Sí mismo. Él dijo que Él no vino a hacer Su voluntad, sino la voluntad de su Padre. Cuando Jesús fue bautizado, tuvimos la máxima prueba de su separación: los tres estaban presentes.
¿Es dios literalmente nuestro Padre?
Entonces, ¿cuál es el papel de Dios en la Trinidad? Es considerado el miembro más antiguo de la Trinidad, el Dios mormón más importante, tal como se define en la Biblia, es el Padre de nuestros espíritus. Thomas S. Monson, el profeta mormón, escribió:
«El apóstol Pablo dijo a los atenienses en el Areópago de que somos «los hijos de Dios» (Hechos 17:29). Ya que sabemos que nuestros cuerpos físicos son los descendientes de nuestros padres terrenales, debemos buscar el significado de la declaración de Pablo. El Señor ha declarado que «el espíritu y el cuerpo son el alma del hombre» (D. y C. 88:15). El espíritu es el que es hijo de Dios. El escritor de Hebreos se refiere a él como «Padre de los espíritus» (Hebreos 12:9). Los espíritus de todos los hombres son, literalmente, sus » hijos e hijas engendrados» (D. y C. 76:24). «(Thomas S. Monson, «Una invitación a la Exaltación”, Liahona, mayo de 1988, página 56).
¿Es Dios es el Padre literal de Jesús?
La doctrina mormona enseña que hemos vivido con Dios antes de nacer. Dios creó nuestros espíritus y nos quedamos con Él por una cantidad indeterminada de tiempo aprendiendo y progresando antes de aceptar venir a la tierra. Las creencias mormonas afirman que Jesús fue el primer espíritu creado por Dios y que Él fue también el Hijo Unigénito de Dios. Los mormones creen que Jesucristo es literalmente el Hijo de Dios y de María. Sin embargo, contrariamente a los rumores populares, los mormones no tienen una doctrina oficial sobre cómo sucedió esto. Aunque algunos líderes han expresado su opinión, la doctrina oficial sólo dice que ocurrió de una manera que fue respetuosa hacia María. Sabemos por la Biblia, que el Espíritu Santo la había preparado de alguna manera, pero que Dios, no el Espíritu Santo, es el padre de Jesucristo. La Biblia siempre se refiere a Dios como el Padre de Jesús.
¿Los mormones creen que Dios tiene un cuerpo?
La biblia dice, en Génesis, que nosotros hemos sido creados a imagen de Dios. Las creencias mormonas incluyen una creencia en la Biblia, y por lo tanto, ellos aceptan que nosotros somos literalmente creados a imagen de Dios y que somos Sus hijos. Si nosotros somos creados a imagen de Dios, nosotros debemos tener una apariencia esencialmente como la Suya y esto significa que Él tiene un cuerpo. Es un cuerpo exaltado y perfecto, pero es un cuerpo tangible.
¿Cómo piensan los mormones que es Dios?
Los mormones creen que Dios es un padre bueno y amoroso, completamente razonable, y participa activamente en nuestras vidas. Él no es, sin embargo, un padre permisivo. A lo largo de la Biblia nosotros podemos leer que Dios espera de nosotros que guardemos los mandamientos que Él ha dado y que hay bendiciones por la obediencia y castigos por la desobediencia. El ser un cristiano no es un acto de una sola vez de aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador. Es, de hecho, un proceso de toda una vida y aun eterno de aprendizaje y crecimiento continuos. La Biblia es muy clara sobre ese tema. Los mormones creen que Dios es justo pero que Su Reino es un lugar sagrado y que el permitir allí a los malvados y los que no se arrepienten, sería contaminar ese lugar sagrado. Por esta razón, Él espera que nosotros obedezcamos los mandamientos y nos arrepintamos cuando no lo hagamos.
¿Qué es lo que el profeta mormón enseña acerca de Dios?
Thomas S. Monson es el actual profeta mormón. Los mormones creen que los profetas hablan sobre necesidades específicas para su propia época. Por esta razón, los mormones dan prioridad a las enseñanzas de los profetas vivientes sobre aquellos que han fallecido. Por ejemplo, no construimos arcas, aun cuando así se le dijo a Noé porque no es un mandamiento para nuestra época. Las enseñanzas del profeta mormón viviente son entonces importantes para entender el mayor conocimiento dado a nosotros hoy. Las siguientes son algunas de sus enseñanzas acerca de Dios:
Obediencia a Dios
Recordemos que muchas veces la sabiduría de Dios parece tontería para el hombre; pero la lección más grande que podemos aprender en la tierra es que cuando Él nos habla y le obedecemos, siempre haremos lo correcto. (Thomas S. Monson, “Nos marcaron el camino a seguir” Liahona, octubre de 2007).
Somos hijos de Dios
“Cada vez que nosotros debemos recordar que él o ella es hijo de Dios, dotados de fe, dotados de valor y guiados por la oración. Nuestro destino eterno está delante de nosotros. El Apóstol Pablo habla para nosotros hoy como lo hizo a Timoteo hace muchos años atrás: “No descuides el don que hay en ti» «Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado».
A veces, muchos dejamos que el enemigo del éxito —el culpable derrotismo— eclipse nuestras aspiraciones, nos ahogue los sueños, nos empañe la visión y deteriore nuestra vida. La voz del enemigo nos susurra al oído: “No puedes hacer eso”. “Eres demasiado joven”. “Eres demasiado viejo”. “No eres nadie”. Ahí es cuando tenemos que recordar que somos creados a la imagen de Dios. El reflexionar sobre esa verdad nos da un sentido profundo de fortaleza y capacidad. (Thomas S. Monson, “Escogeos hoy”, Liahona, noviembre de 2004)
Oración a Dios
“Ahora bien, si hemos vacilado en suplicar a Dios, nuestro Eterno Padre, simplemente porque todavía no hemos intentado orar, ciertamente podemos animarnos con el ejemplo del profeta José; pero recordemos que, como lo hizo el Profeta, debemos ofrecer nuestra oración con fe, no dudando nada.
Fue por la fe, no dudando nada, que el hermano de Jared vio cuando el dedo de Dios tocó las piedras en respuesta a su oración.
Fue por la fe, no dudando nada, que Noé construyó el arca obedeciendo el mandato de Dios.
Fue por la fe, no dudando nada, que Abraham estuvo dispuesto a ofrecer a su amado Isaac como sacrificio.
Fue por la fe, no dudando nada, que Moisés condujo a los hijos de Israel para que salieran de Egipto y cruzaran el Mar Rojo.
Fue por la fe, no dudando nada, que Josué y sus seguidores derribaron las murallas de Jericó.
Fue por la fe, no dudando nada, que José vio a Dios, nuestro Padre Eterno, y a Jesucristo, Su Hijo.
Claro que los escépticos tal vez dirán que esos extraordinarios relatos de fe ocurrieron hace mucho tiempo, que las épocas han cambiado.
¿Han cambiado realmente? ¿No seguimos amando a nuestros hijos y deseando que vivan con rectitud hoy como siempre? ¿No necesitamos que Dios nos atienda con Su divino cuidado protector hoy como siempre? ¿No estamos hoy como siempre a Su merced y en deuda con Él por la vida que nos ha dado?
Los tiempos no han cambiado realmente. La oración sigue dándonos poder, un poder espiritual; sigue brindándonos paz, una paz espiritual. (Thomas S. Monson, “Acerquémonos a Él en oración y fe,” Liahona, marzo de 2009, 4–9).
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