Los mormones son muy conocidos por utilizar el Libro de Mormón, pero pocos saben que ellos consideran que la Biblia es igualmente importante en su estudio del evangelio de Jesucristo. Ellos utilizan la traducción del Rey Santiago de la Biblia en inglés y otras traducciones en otros idiomas, pero hacen uso tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Thomas S. Monson, el actual profeta mormón, pronunció un discurso dirigido los miembros de la Iglesia Mormona en 1985, cuando era un apóstol. (Los mormones tienen un profeta que es asistido por dos consejeros y también un quórum de doce apóstoles que desempeña el mismo rol que los apóstoles de Jesús.)
Léase: Thomas S. Monson, “Venid, aprended de mí”, Ensign-revista SUD en inglés, diciembre de 1985, pág. 46
El título del discurso fue tomado del capítulo 11 de Mateo en el Nuevo Testamento:
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.
La historia de la Iglesia Mormona comenzó con una Biblia y el deseo de un adolescente de saber a qué iglesia unirse. José Smith tenía catorce años cuando leyó en Santiago 1:5:
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Esta escritura le llevó a orar en el bosque cercano a su casa para descubrir a qué iglesia unirse. Dios le dio instrucciones de no unirse a ninguna de ellas, porque ninguna tenía toda la verdad. Cuando creciera, Dios le enviaría un ángel para prepararlo para la restauración del evangelio.
Desde entonces, los mormones han enfatizado la importancia de la Biblia y otras escrituras. A los niños desde que tienen dieciocho meses se les cuenta relatos de las Escrituras en la iglesia, y los niños más grandes reciben educación más seria de las Escrituras. Los adolescentes reciben, además de la Escuela Dominical, una clase de religión a la semana que se centra en un libro de las Escrituras por año durante los años de secundaria. Dos de esos años se dedican a la Biblia. Los estudiantes universitarios reciben, además de su plan de estudios de la Escuela Dominical, un curso de nivel universitario durante el año escolar que les permite estudiar las Escrituras con gran detalle. Las clases de la Escuela Dominical dirigidas a los niños de ocho años y más rotan en un ciclo de cuatro años, en el que se dedica dos años a la Biblia.
A las familias mormonas también se les enseña a estudiar las Escrituras en su hogar durante el estudio diario de las Escrituras y se les pide a las personas estudiar las Escrituras por su cuenta cada día. En total, la mayoría de los mormones lee las Escrituras varias veces al día en el estudio personal, estudio familiar y en las clases de la iglesia.
Para Thomas Monson, las escrituras son una parte importante de su fe. “Las palabras de verdad e inspiración halladas en los cuatro libros canónicos son apreciadas posesiones para mí. Nunca me canso de leerlas. Soy espiritualmente edificado cada vez que busco las Escrituras. Estas palabras sagradas de verdad y amor dan orientación a mi vida y señalan el camino a la perfección eterna”.
El profeta mormón disfruta de utilizar ejemplos de los grandes héroes de la Biblia en sus múltiples discursos religiosos. Él los considera ejemplos para que los mormones sigan en sus propias vidas.
Por ejemplo, en 1987, él habló a los mormones acerca de seguir el ejemplo de David en su batalla contra Goliat.
La batalla para salvar nuestra alma no es de menor importancia que la que peleó David. Nuestro enemigo no es menos temible que aquel gigante, ni la ayuda del Dios Todopoderoso se encuentra a una distancia mayor que la que tuvo que salvar aquel muchacho. ¿De qué manera procederemos nosotros? Al igual que los motivos de aquel pastor de antaño, nuestra causa es justa. Se nos ha puesto en esta tierra no para fracasar ni ser víctimas de las tentaciones, sino para triunfar. Debemos conquistar a nuestro gigante; debemos vencer a nuestro Goliat (Thomas S. Monson, “Afrontad a vuestro Goliat”, Liahona, mayo de 1987, pág. 2).
Al presidente Monson le gusta que los mormones recuerden el pasado y los múltiples sacrificios realizados para que nosotros pudiéramos tener la Biblia en nuestras manos. Él habla a menudo de los primeros reformadores protestantes y su papel, que fue tan importante para los comienzos de su propia religión, aun cuando los mormones, aunque sí son cristianos, no son protestantes:
“El tiempo no permite una discusión detallada aquí de las muchas personas cuyos esfuerzos han hecho que las Escrituras estén a nuestra disposición. De haber tiempo, podríamos explorar las contribuciones de los profetas escogidos como Moisés, que nos trajo en forma escrita las escrituras inspiradas de los primeros tiempos de la tierra. Pensaríamos en los líderes judíos que conservaron los registros de Israel. Recordaríamos a los Apóstoles del Señor Jesucristo, cuyos testamentos de Su ministerio divino en la tierra fueron tan cuidadosamente mantenidos. Recordaríamos los sacrificios de los líderes de la Reforma que, en algunos casos, dieron sus vidas para asegurar que la gente común pueda leer la Biblia.
En otro discurso dijo:
A su debido tiempo, algunos hombres sinceros y de corazón anhelante, arriesgando su propia vida, intentaron definir los puntos doctrinales que les ayudaran a encontrar el verdadero camino. El día de la Reforma amanecía, pero el camino hacia adelante era difícil. Las persecuciones iban a ser muy rigurosas, el sacrificio personal sería espantoso y el precio que habría que pagarse, incalculable. Los reformadores fueron pioneros, puesto que abrieron nuevos caminos en su desesperada búsqueda de los puntos doctrinales perdidos que, según pensaban, guiarían a la humanidad en el camino de regreso a la verdad que enseñó Jesús.
Wycliffe, Lutero, Huss, Zwingly, Knox, Calvino y Tyndale, todos ellos fueron pioneros durante el período de la Reforma. La declaración de Tyndale a sus críticos fue muy significativa: “Yo haré posible que un sencillo muchacho de granja sepa más que ustedes acerca de las Escrituras”.
Tales fueron las enseñanzas y la vida de los grandes reformadores. Sus hechos fueron heroicos; sus aportaciones, numerosas; sus sacrificios, enormes; pero ellos no restauraron el Evangelio de Jesucristo.
Con respecto a los reformadores, cabría preguntarse: “¿Fue en vano su sacrificio? ¿Fue inútil su lucha?”. Yo respondo con un bien sopesado no. Tras la Reforma, la Santa Biblia llegó a estar al alcance de la gente. Toda persona podía ya buscar su propio camino hacia la verdad. ¡Ah, si tan sólo todos hubiesen sabido leer y entender! Pero algunos sabían leer, otros podían prestar oídos y todos tenían acceso a Dios mediante la oración. (Thomas S. Monson, “Guiados por pioneros espirituales”, Liahona, agosto de 2006, págs. 2–8).
Los mormones enseñan a sus miembros a estar agradecidos con todos aquellos que pertenecen a cualquier fe y que ayudaron a traer las Escrituras, porque son una parte fundamental de nuestra religión. Los mormones se vuelcan a las Escrituras para entender la relación de Dios con el hombre, para aprender lo que Dios quiere que hagamos y para encontrar consuelo e inspiración. En la Biblia, aprendemos cómo Dios manejó a Su iglesia en los primeros tiempos—apóstoles, profetas, sacerdotes, élderes, etc. — y podemos encontrar los primeros modelos de su propia estructura.
Thomas S. Monson, habiendo provenido de la industria de la impresión, fue un instrumento clave en la galardonada edición mormona de la Biblia. Esta es una traducción del Rey Santiago en inglés y de Reina-Valera en español, pero con notas y material de referencia que integraron los cuatro libros del canon mormón. Esto permite que cuando un mormón lee una escritura en la Biblia investigue rápidamente a fin de encontrar lo que el Libro de Mormón dice sobre el mismo tema, por ejemplo, y que se asegure de que está comprendiendo completamente las Escrituras.
Así como la imprenta facilitó que las primeras Biblias estén a disposición de más personas, el desarrollo de la tecnología informática facilitó que este proyecto de seis años avance a un ritmo relativamente rápido.
El presidente Monson observó muchos casos de milagros que ayudaron a que los libros salgan sin errores.
El Señor abrió muchas puertas en distintos momentos de necesidad a medida que el proyecto avanzaba, y sosegadores milagros ocurrieron para mantenerlo en movimiento. Durante el proceso de impresión, fui testigo de la ayuda divina porque yo era el destinatario. En la planta de impresión de Cambridge University Press en Cambridge, Inglaterra, se me mostró una gran batería de prensas en las que se estaba imprimiendo la edición SUD de la versión del Rey Santiago de la Biblia. El trabajo consistía en revisar y revisar una y otra vez, y declararlo libre de error. Mientras caminaba a lo largo de la línea de prensas, deteniéndome brevemente al final de la entrega de cada prensa, saqué una hoja impresa. Mis ojos observaron que se había colocado mal una línea horizontal, haciendo que el texto sea confuso para el lector. Se detuvo la prensa. Se corrigió el error. Hice una pausa para agradecer a mi Padre Celestial, y una sensación de calor se apoderó de mí. Aprendí ese día el significado de las palabras del poeta: “La sonrisa de aprobación de Dios es el más grande de todos los regalos”.
La nueva edición de la Biblia fue un proceso que se llevó a cabo de manera cuidadosa. Tres líderes de alto nivel de la iglesia se encargaron del proyecto, incluido el Presidente Monson, quien aún no era presidente de la Iglesia. Él aportó al proyecto habilidades administrativas y su experiencia en la industria de la impresión. Boyd K. Packer, procedente del departamento de educación de los mormones, aportó un entendimiento de lo que los maestros necesitaban del libro y también una comprensión de las necesidades para mantener bajo el precio final de compra. El élder McConkie tenía un entendimiento inusualmente sólido de las escrituras.
Además, se contrató a otros especialistas, incluyendo a personas que sabían griego y hebreo y algunos que eran expertos en escritura mormona.
Cambridge University Press, que había estado imprimiendo Biblias desde la década de 1600, estaba interesado en trabajar en este proyecto con los mormones y fueron seleccionados, a pesar de la gran distancia entre la imprenta y Salt Lake City, Utah. Se trataba del proyecto más grande que habían realizado en la historia, pero el esfuerzo les hizo ganadores de un importante premio al mejor proyecto tipográfico en Inglaterra.
El proyecto final contenía notas específicas SUD, resúmenes de los capítulos específicos a las enseñanzas mormonas con referencias cruzadas según eran necesarias, mapas, una concordancia y un diccionario bíblico. El trabajo continuó a lo largo de varias administraciones. Hoy en día es la Biblia estándar utilizada en todas las clases mormonas, permitiendo de este modo que los maestros envíen a los estudiantes a páginas específicas, y se aseguren de que todos los estudiantes tengan la misma información a medida que estudian en clase o en casa.
Para obtener una historia más detallada de la historia de la edición SUD de la Biblia, véase Wm. James Mortimer, “The Coming Forth of the LDS Editions of Scripture”, Ensign-revsita SUD en inglés, agosto de 1983, pág. 35
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