Thomas S. Monson, el profeta Mormón, se dirigió en una reciente conferencia a los jóvenes de la Iglesia Mormona. Les animó a comenzar a prepararse hoy para poder cumplir con sus metas en el futuro y tener la certeza de que esos objetivos eran sabios.
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El presidente Monson instó a los jóvenes a controlar su comportamiento para cumplir con las normas más exigentes que Dios nos plantea. Las normas no son reglas al azar, sino que tienen el propósito de ayudarnos a crecer con toda seguridad. Una norma que el presidente Monson pronunció en su discurso fue la preparación para el matrimonio. La preparación para el matrimonio es realmente un esfuerzo permanente y los años de la adolescencia son fundamentales en esa preparación. Thomas Monson aconsejó a los jóvenes que viven en países en los que es aceptable salir en pareja que eviten las citas hasta cumplir los dieciséis años, cuando están más maduros y son capaces de tener una cita con prudencia. Les recordó a los jóvenes que realmente no tienen que salir en pareja durante la adolescencia si no lo desean, incluso si todos sus amigos lo hacen. Les aconsejó, que durante sus años de adolescencia, salgan en grupos y eviten emparejamientos o relaciones románticas a esta edad. Cuando comienzan a tener relaciones, a los adolescentes más jóvenes se les hace más difícil mantener las normas adecuadas. Además, les animó a encontrar amigos con normas similares, independientemente de sus creencias religiosas específicas. El tener amigos con normas similares ofrece protección ya que pueden ayudarse mutuamente a resistir las tentaciones del mundo y alentarse entre sí para mejorar y crecer.
Las directrices que el presidente Monson ofreció provienen de un folleto titulado Para la fortaleza de la juventud, escrito para guiar a los adolescentes de forma segura a través de sus años de adolescencia. Éste da consejos sensatos para cada asunto diario que enfrentan los adolescentes en los ámbitos de la moral, la vida familiar, la amistad y la educación.
Thomas Monson también aconsejó a los jóvenes a vestirse de manera apropiada. La vestimenta adecuada, explicó, muestra respeto por Dios y por nosotros mismos. Los mormones mantienen un estricto código de vestimenta, un código que se aplica por igual a hombres y mujeres. A pesar de que pueden usar ropa ordinaria y de moda, las prendas deben ser modestas y sin estilos extremos.
“Su forma de vestir transmite mensajes a los demás y a menudo influye en la forma de actuar de ustedes y de otras personas. Vistan de tal forma que exprese lo mejor de ustedes y de las personas que los rodean. Eviten los estilos extremos en la ropa y la apariencia, incluso los tatuajes y las perforaciones en el cuerpo.”
La honradez es otra parte de la preparación para la vida adulta que Thomas Monson pronunció en su discurso. Él contó la historia de un compañero en una clase de derecho empresarial que el presidente Monson tomó cuando era estudiante universitario. Este compañero nunca iba preparado a clase y no podía participar en las discusiones en clase. Sin embargo, cuando llegaba el momento de los exámenes, tenía calificaciones muy buenas. Su método único implicaba poner glicerina en los dedos de sus pies e ir con sandalias a la clase, incluso en medio del invierno. Él había adiestrado sus dedos para pasar las páginas, y desde que colocaba sus libros en el piso, era capaz de moverse a través de los capítulos y encontrar las respuestas. (Imagine si él habría pasado ese tiempo de adiestramiento más bien estudiando) Sin embargo, pronto se dio cuenta de que hacer trampa finalmente no era bueno porque cuando se presentó para el examen global, el profesor anunció inesperadamente que la prueba se llevaría a cabo por vía oral, y el alumno reprobó. Este estudiante en realidad sólo se engañó a sí mismo. El presidente Monson explicó cómo vivirá un joven digno.
Es honrado con los demás, consigo mismo y con Dios. Es honrado por hábito y por costumbre. Si hay que tomar una decisión difícil, nunca se pregunta: “¿Qué pensarán los demás?”, sino, “¿Qué pensaré de mí mismo?”.
El presidente Monson dedicó mucho tiempo a discutir el decimotercer Artículo de Fe. A comienzos de la historia mormona, se le preguntó a José Smith en qué creen los mormones. El destacó trece creencias básicas que se llegaron a conocer como los Artículos de Fe. El último dice así:
Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos.
Muchos factores entran en juego en la vivencia de este principio. Con el fin de vivirlo, una persona debe mantener su mente y su cuerpo puros. Sin aquella pureza, no puede tener la guía del espíritu —sus sentidos espirituales se entorpecen y son menos receptivos a los susurros espirituales. Por esta razón, el profeta mormón aconsejó a los adolescentes que eviten las drogas, el alcohol y otras cosas que puedan herir sus cuerpos y mentes. Él les dio instrucciones para evitar los medios de comunicación que son degradantes para sus espíritus, tener la valentía de salir de un cine o deshacerse de un CD o un libro que no cumple con sus normas.
Además, les aconsejó mantenerse moralmente puros, absteniéndose de relaciones físicas inapropiadas. Las creencias mormonas enseñan el valor eterno de la castidad tanto para los hombres como para las mujeres. Advirtió que las acciones comienzan con los pensamientos, así que los pensamientos deben mantenerse puros. Esto significa evitar la pornografía y asegurarse de que están ocupados haciendo cosas que los mantienen centrados en objetivos puros, incluyendo el servicio a los demás.
El profeta mormón también les recordó el don sagrado del arrepentimiento. Si una persona se aparta de las cosas que aprendió, puede volver a congraciarse con Dios siguiendo los pasos de arrepentimiento que son posibles gracias a la expiación de Jesucristo.
“Si alguno ha tropezado a lo largo del camino, hay una manera de volver. El proceso se llama arrepentimiento. Nuestro Salvador murió para proporcionarnos a ustedes y a mí ese bendito don. Aunque la senda es difícil, la promesa es verdadera: “…aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos.”
No arriesguen su vida eterna. Guarden los mandamientos de Dios. Si han pecado, cuanto más pronto empiecen a tratar de volver, tanto más pronto encontrarán la dulce paz y el gozo que se reciben con el milagro del perdón. La felicidad se logra al vivir como el Señor desea que vivamos y al servir a Dios y a los demás”.
Lea “La preparación trae bendiciones” por Thomas S. Monson, profeta mormón.
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