Thomas S. Monson es el profeta actual de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El ha hablado mucho durante su tiempo de liderazgo en la iglesia acerca de la oración. A continuación tenemos algunos de sus conceptos que demuestran las enseñanzas de la oración mormona:

mormon-prayerCuando oremos, comuniquémonos de verdad con nuestro Padre Celestial. Es fácil que nuestras oraciones se vuelvan repetitivas y que pronunciemos palabras sin pensar casi en lo que decimos. Si recordamos que cada uno de nosotros es literalmente un hijo o una hija espiritual de Dios, no hallaremos dificultad alguna para acercarnos a Él en oración. Él nos conoce, Él nos ama y desea lo mejor para nosotros. Oremos con sinceridad y con sentido, oremos con acción de gracias y pidamos lo que necesitemos. Escuchemos la respuesta de nuestro Padre, a fin de reconocerla cuando se manifieste. Si lo hacemos así, seremos fortalecidos y bendecidos. Llegaremos a conocerle a Él y lo que Él desea para nuestra vida. Si le conocemos, si confiamos en Su voluntad, el cimiento de nuestra fe se fortificará. Si alguno de nosotros ha sido lento en escuchar y obedecer el consejo de orar siempre, no hay momento mejor para comenzar a hacerlo que ahora mismo. William Cowper indicó: “Satanás tiembla cuando ve de rodillas al más débil de los santos” (en William Neil, Concise Dictionary of Religious Quotations, 1974, pág. 144).

Thomas S. Monson, “Qué Firmes Cimientos,” Liahona, Nov. 2006, 62, 67-68

¿Se unirán a mí mientras vemos a una típica familia Santo de los Últimos Días ofreciendo sus oraciones al Señor? Padre, madre y cada uno de los hijos arrodillados, inclinando sus cabezas y cerrando sus ojos. Un dulce espíritu de amor, unidad y amor llena el hogar. Cuando el padre escucha al hijo pequeño orar a Dios pidiendo que su papi haga las cosas correctas y sea obediente a los ofrecimientos del Señor, ¿Piensan acaso que a aquel padre se le va hacer difícil honrar la oración de su precioso hijo? Cuando una hija adolescente escucha a su dulce madre suplicar ante Dios que su hija sea inspirada al escoger a su compañero, que se prepare a sí misma para un matrimonio en el templo, ¿No creen que esta hija buscará honrar esta humilde, solicitud suplicante de su madre a quien ella ama tanto? Cuando el padre, la madre y cada uno de los hijos seriamente oran para que los buenos hijos de la familia vivan dignamente, que en su debido tiempo reciban un llamamiento para servir como embajadores del Señor en los campos misionales de la Iglesia, ¿No vemos acaso cómo tales hijos crecen hacia una varonil juventud con un deseo inquebrantable de servir como misioneros?

Thomas S. Monson, “Hogares celestiales, familias eternas”, Ensign-revista en inglés, Oct 1991, 2.

Bien podría la generación más joven preguntar: “Pero, ¿Qué hay de hoy? ¿Él todavía escucha? ¿Continúa Él respondiendo?” A lo que rápidamente respondo: “No existe fecha de expiración para el mandamiento del Señor de orar. Mientras Lo recordemos, El nos recordará.”

En la mayoría de los casos no existen señales extraordinarias que nos indiquen que la oración ha sido contestada. Sus milagros con frecuencia se realizan de una manera natural y silenciosa.

Hace algunos años cuando asistí a la conferencia de la Gran Unión de la Estaca Colorado, el presidente de estaca preguntó si me podría reunir con una madre y un padre apenados por el anuncio de su hijo de haber decidido abandonar el campo misional después de apenas haber llegado allí. Cuando los asistentes a la conferencia se habían marchado, nos arrodillamos silenciosamente en un lugar privado: madre, padre, presidente de estaca, y yo. Mientras oraba en beneficio de todos, podía oír el sollozo contenido de una apenada madre y de un desilusionado padre.

Cuando nos levantamos, el padre dijo: “Hermano Monson, realmente, ¿cree usted que Nuestro Padre Celestial puede cambiar la anunciada decisión de nuestro hijo de retornar a casa antes de completar su misión? ¿Porqué es que ahora, cuando yo estoy intentando fuertemente hacer lo correcto, mis oraciones no son escuchadas?”

Yo respondí: “¿Dónde está sirviendo su hijo? “

El respondió: “En Duesseldorf, Alemania.”

Coloqué mis brazos alrededor de esa madre y padre y les dije, “Sus oraciones han sido escuchadas y están siendo respondidas. Con más de veintiocho conferencias de estaca que se están realizando este día visitadas por Autoridades Generales, yo fui asignado a su estaca. De todos los Hermanos, yo soy el único que tiene la asignación de reunirme con los misioneros de la Misión Duesseldorf Alemania este mismo jueves.”

Su pedido había sido honrado por el Señor. Pude reunirme con su hijo. El respondió a sus súplicas. El permaneció y completó una misión altamente exitosa.

Thomas S. Monson, “La Oración de Fe”. Ensign-revista en inglés, Mayo 1978, 20.