Para algunos en el mundo, la honestidad y la integridad son ideas pasadas de moda que alejan a las personas del éxito. Los mormones enseñan a sus miembros a ser honestos en todas sus obras, con Dios, con los demás, y con ellos mismos. Thomas S. Monson, presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros son a menudo llamados mormones, comparte sus pensamientos sobre el tema de la honestidad en un mundo moderno.
Algunos seréis tentados a ser deshonestos. Recuerdo que en una clase universitaria de leyes, tenía un compañero que nunca estudiaba. Yo pensaba: ¿Cómo va a pasar el examen
final?
El día que lo vi entrar para dar el examen final tuve la respuesta. A pesar de ser pleno invierno, usaba sandalias [en invierno en el norte de Utah nieva y hacen temperaturas de bajo cero]. Ello me asombró mucho; por lo tanto, comencé a observarlo. Al empezar la clase, puso todos los libros en el piso, se sacó las sandalias y con los dedos de los pies, por supuesto bien adiestrados, y a los que les había puesto glicerina, iba pasando las hojas de uno de los libros y copiaba así las respuestas del examen.
Recibió una de las notas más altas del curso. Pero el día del castigo le llegó. Mientras él se preparaba para dar el examen general, por primera vez el profesor dijo: Este año haremos algo diferente: el examen será oral en vez de escrito. Al joven que había adiestrado los dedos de los pies le salió el tiro por la culata y salió mal en el examen.
Thomas S. Monson, “Para tocar el cielo”, Liahona, enero de 1991, 52
Pocos días después de su oración en la Arboleda Sagrada, José Smith le relató la visión que había tenido a un clérigo que conocía. Para gran sorpresa de su parte, éste trató su narración con “desprecio” y “fue la causa de una fuerte persecución, cada vez mayor”. Sin embargo, José no flaqueó. Posteriormente escribió: “Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto… Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo”3. A pesar del maltrato físico y mental que recibió de sus oponentes, el profeta José Smith sobrellevó las aflicciones a lo largo del resto de su vida y nunca flaqueó. Nos enseñó la honradez mediante el ejemplo.
Thomas S. Monson, “El profeta José Smith: Maestro mediante el ejemplo”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 67
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