“’La felicidad es el objeto y propósito de nuestra existencia; y será el fin de la misma, si seguimos el camino que nos conduce a ella; y este camino es la virtud, la rectitud, la santidad y el guardar todos los mandamientos de Dios’.
Esta descripción de semejante meta universal fue proporcionada por el Profeta José Smith.Fue importante en ese entonces.Es importante ahora.Con un mapa de ruta a seguir tan claro, ¿por qué entonces existen personas tan infelices?Frecuentemente, los ceños fruncidos exceden en número a las risas y la desesperación diluye el gozo.Vivimos muy por debajo del nivel de nuestras posibilidades divinas.Algunos nos confundimos por el materialismo, nos enredamos en el pecado y nos perdemos entre el desfile de la humanidad.Otros gritan usando las palabras del converso de Felipe de la antigüedad ‘¿Y cómo podré [encontrar mi camino], si alguien no me enseña?’
La felicidad no consiste en un exceso de lujo, ni la idea del mundo de un “buen rato”.Ni debemos buscarla en lugares lejanos con extraños nombres.La felicidad se halla en el hogar.
Todos recordamos el hogar de nuestra niñez.De modo interesante, nuestros pensamientos no hacen hincapié en si la casa era grande o pequeña, si el vecindario era elegante o derruido. En cambio, nos deleitamos en las experiencias que compartimos como familia.El hogar es el laboratorio de nuestras vidas, y lo que aprendemos allí determina en gran manera lo que hacemos cuando salimos de allí.
La Sra. Margaret Thatcher, ex primera ministra de Gran Bretaña, expresó la profunda filosofía: ‘La familia es el cimiento de la sociedad.Es una guardería, una escuela, un hospital, un centro de esparcimiento, un lugar de refugio y un lugar de descanso.Rodea a toda la sociedad.Forma nuestras creencias; es la preparación para el resto de nuestra vida’.‘El hogar es donde está el corazón’.Toma “toda una vida” el hacer de una casa un hogar.“Hogar, hogar, dulce, dulce hogar, aunque sea el más humilde, no hay lugar como el hogar’.
Volvemos del ensueño de tales agradables recuerdos. Contemplamos que los padres se han ido, que la familia ha crecido, que la niñez se ha desvanecido.Lentamente pero en forma segura, enfrentamos la verdad de que somos responsables por el hogar que construimos.Debemos construir sabiamente, porque la eternidad no es un viaje corto.Habrá calma y viento, luz y sombras, gozo ypesar.Pero si realmente lo intentamos, nuestro hogar puede ser un pedacito de cielo aquí en la tierra.Los pensamientos que tenemos, las obras que hacemos, las vidas que vivimos tienen una influencia no sólo en el éxito de nuestra jornada terrenal; marcan la ruta de nuestras metas eternas».
(Thomas S. Monson, “Hallmarks of a Happy Home,” –“Distintivos de un hogar feliz” Ensign, Oct. 2001.)
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