“Existen algunas personas que tienen dificultad para perdonarse a sí mismas y quienes resaltan todos sus defectos percibidos. Me gusta mucho el relato de un líder religioso que acudió a lado de una mujer en su lecho de muerte, tratando de consolarla – pero sin éxito.‘Estoy perdida’, decía ella, ‘He arruinado mi vida y cada vida a mi alrededor.No hay esperanza para mí’.El hombre notó una foto enmarcada de una encantadora joven sobre el aparador.’¿Quién es?’, preguntó.
El semblante de la mujer mejoró.‘Ella es mi hija, la única cosa bella en mi vida’.
‘¿Y usted la ayudaría si ella estuviera en problemas o cometiera un error? ¿Usted la perdonaría? ¿Usted aún la amaría?
‘¡Por supuesto!’ exclamó la mujer.‘Yo haría cualquier cosa por ella.¿Por qué me hace semejante pregunta?’
‘Porque quiero que usted sepa’, dijo el hombre, ‘que, hablando figurativamente, el Padre Celestial tiene una fotografía suya en Su aparador.Él la ama a usted y la ayudará.Pídaselo’.Una cuña oculta que impedía su felicidad había sido quitada.
En un día de peligro o una época de prueba, tal conocimiento, tal esperanza, tal entendimiento traerá consuelo a la mente turbada y al corazón afligido.Todo el mensaje del Nuevo Testamento conlleva una intención de despertar al alma humana.Las sombras de desesperación son disipadas por rayos de esperanza, el pesar cede ante el gozo, y el sentimiento de estar perdido en la multitud de la vida se desvanece con el conocimiento certero de que nuestro Padre Celestial se preocupa por cada uno de nosotros”.
(Thomas S. Monson, “The Peril of Hidden Wedges,” –“El Peligro de las Cuñas Ocultas”, Ensign, Jul 2007, 4–9
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