20 de octubre, 2008 por Terrie

Thomas Monson a veces cuenta de un hombre que llegó a su casa cuando era obispo en 1951. Un obispo es como un pastor o ministro, salvo que no es remunerado y sirve por un número de años en su tiempo «libre», mientras cría una familia y maneja una carrera. El hombre dijo que su hermano y su familia estaban llegando a Utah de Alemania. El hombre había sido un fuerte líder de la iglesia, incluso en los días difíciles del holocausto y la guerra, cuando a menudo era peligroso ser un mormón. Ellos vivirían dentro de los límites del barrio (congregación) de Thomas Monson. Los mormones asisten a la iglesia en  base a donde viven, de la misma manera que un niño asiste a la escuela asignada en base a la geografía.

Él le pidió al Obispo Monson que fuera con él a mirar el departamento que había sido alquilado para su hermano. El Obispo Monson estaba consternado por la vista que lo saludaba. La pintura se descascaraba de las paredes y el papel tapiz de las habitaciones estaba sucio. Los armarios estaban vacíos. Había un gran agujero en el suelo y la sala se iluminaba con un solo foco de cuarenta vatios. El hombre le aseguró al Obispo Monson que esto era mucho mejor que lo que tenían en Alemania, pero el Presidente Monson no se tranquilizó. La familia llegaría dos días antes de Navidad, y él pensó que se merecían un hogar mejor que ese.

Le fue difícil dormir esa noche y llegó a una reunión de la iglesia cansado y preocupado. Cuando alguien en la reunión le preguntó qué estaba mal, les contó acerca de la familia y el departamento. Las personas en la reunión hicieron lo que los mormones hacen mejor -se  fueron a trabajar en un plan. Los mormones aman las emergencias.

Uno de los miembros se organizó para que los hombres de la iglesia renovaran las instalaciones eléctricas del departamento y otro encontró nuevos electrodomésticos para reemplazar los que estaban malogrados. Otro obtuvo donaciones de alfombras y hombres para colocarlas. Un tercer hombre se ofreció a donar la pintura y hombres que podrían pintar el departamento. Las mujeres se ofrecieron a llenar los armarios. Casi todos en que la congregación se pusieron a trabajar en convertir un pequeño y sucio departamento en uno hermoso y acogedor. Cuando la familia llegó, fue llevada al departamento, donde los miembros del barrio estaban esperando.

Si el sucio y oscuro departamento era más de lo que habían tenido en Alemania, imagine cómo se sentían caminando en un brillante y  hermoso departamento lleno de buenas cosas para comer y hermosos alrededores. Ellos se abrumaron al darse cuenta de que todo esto les pertenecía.

Mientras los miembros de la iglesia salían, una adolescente le preguntó al Obispo Monson por qué ella se sentía mejor de lo que nunca antes se había sentido en ese momento. Él respondió con una escritura de la Biblia:

«Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». (Mateo 25:40)