eternidad-élder-misioneroUna de las misiones principales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (a menudo referida como la Iglesia Mormona por los medios de comunicación y otros) es proclamar el evangelio, o en otras palabras, predicar el evangelio de Jesucristo al mundo entero. Por lo tanto, la necesidad y la importancia de la obra misional se enfatiza en las enseñanzas de la Iglesia.

La revelación moderna según lo registrado en Doctrina y Convenios 112:28 enseña : «Sino purificad vuestro corazón delante de mí, y entonces id por todo el mundo y predicad mi evangelio a toda criatura que no lo haya recibido». Se dan instrucciones adicionales en Doctrina y Convenios 84:62 :»Id, pues, por todo el mundo; y a cualquier lugar a donde no podáis ir, enviad, para que de vosotros salga el testimonio a todo el mundo y a toda criatura».

Los miembros de La Iglesia de Jesucristo (Santos de los Últimos Días) enfáticamente profesan que la expiación vicaria de Jesucristo no fue simplemente para algunos escogidos, sino que todas las personas pueden tener la oportunidad de participar de sus bendiciones maravillosas. Por lo tanto, siguiendo los pasos de nuestro gran Ejemplo quien amonestó a sus discípulos: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». (Marcos 16:15), ellos consideran que es un privilegio poder compartir el mensaje del Evangelio restaurado de Jesucristo con todos y cada persona que encuentran.

Todos deben participar en la obra misional

Todo el mundo debe participar activamente en la obra misional. Al igual que los doce apóstoles originales, toda persona que profese ser un discípulo de hoy en día del Señor Jesucristo, es el encargado de llevar el mensaje del evangelio a todos los rincones de la tierra. El evangelio es un mensajero para preparar el camino delante del Señor. El Salvador dijo:

“Y así he enviado al mundo mi convenio sempiterno, a fin de que sea una luz al mundo y un estandarte a mi pueblo, y para que lo busquen los gentiles, y sea un mensajero delante de mi faz, preparando el camino delante de mí”. (Doctrina y Convenios 45:9).

El Salvador aún amonestó : » He aquí, os envié para testificar y amonestar al pueblo, y conviene que todo hombre que ha sido amonestado, amoneste a su prójimo». (Doctrina y Convenios 88:81). Y así, mientras el mensaje se lleva a todo el mundo, el grito de guerra del ejército real misionero del Señor debe hacer eco de aquel del profeta Jeremías: «¡Oh tierra, tierra, tierra, escucha la palabra de Jehová!» (Jeremías 22:29).

Todos están llamados a enviar el mensaje del Evangelio

David O. Mckay, el noveno Presidente y Profeta de La Iglesia de Jesucristo, exhortó: «¡Cada miembro un misionero!». Al dirigirse a los primeros Santos de la Iglesia, propuso una profunda pregunta – una pregunta que sigue siendo aplicable en esta dispensación del tiempo. Él dijo: «El mundo tiene hambre de escuchar la verdad. … La tenemos. ¿Estamos a la altura de la tarea–de la responsabilidad que Dios ha puesto sobre nosotros?» (En Informe de la Conferencia, octubre de 1945, 113-14).

El Maestro ordenó a Sus discípulos :

“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:19-20).

Teniendo en cuenta el mandamiento dado por el Salvador a sus discípulos, el presidente McKay enseñó:

El texto… «Id a todo el mundo» es en realidad el mandato misionero dado por Cristo resucitado a Sus Apóstoles. En realidad, Él dice:

Consideren esta obra inacabada hasta que todas las naciones hayan aceptado el Evangelio y se hayan enlistado a sí mismos como discípulos míos….

Con la misma comisión directa del Señor resucitado, quien con el Padre apareció en persona al inicio del Siglo XIX, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está haciendo la proclamación del evangelio «a toda nación, tribu, lengua y pueblo» lo más rápido que los medios y el personal puede llevarlo adelante (En Informe de la Conferencia, octubre de 1949, 118).

En respuesta al tema de la magnitud y la urgencia de la obra misional, y por qué todo el mundo debe participar, el élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles (el segundo órgano de gobierno más alto de La Iglesia de Jesucristo), en su discurso en la Conferencia General de octubre de 2006 titulado «De nuevo llegaron profetas a la tierra«, comentó:

Tan ciertamente como el rescate de aquellas personas necesitadas fue el tema de la conferencia general de octubre de 1856, es también el tema de esta conferencia, y de la última conferencia y la de la primavera siguiente. Tal vez en esta conferencia no afrontemos ventiscas ni sepulturas en terrenos congelados, pero los necesitados aún están allí: el pobre y el fatigado, el desalentado y el desanimado, los que “[caen] en [los] senderos prohibidos” que mencionamos anteriormente, y las multitudes que “no llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla” (D. y C. 123:12) . Están allí con las manos caídas y las rodillas debilitadas (D. y C. 81:5) y el mal tiempo se avecina. Únicamente los pueden rescatar aquellos que tienen más, que saben más y que pueden ayudar más. Y no se preocupen por preguntar: “¿Dónde están?”. Están por todas partes; a nuestra derecha y a nuestra izquierda, en nuestro vecindario y en el trabajo, en toda comunidad, municipio y nación de este mundo. Tomen su yunta y su carromato, cárguenlo con su amor, su testimonio, y un saco de harina espiritual, y después tomen cualquier rumbo. El Señor los guiará hacia los necesitados si tan sólo adoptan el Evangelio de Jesucristo que se ha enseñado en esta conferencia. Abran el corazón y la mano a los que están atrapados en el equivalente del siglo 21 de Martin’s Cove y Devil’s Gate [lugares históricos por los que pasaron esas compañías]. Al hacerlo, honraremos la repetida súplica del Maestro a favor de las ovejas, las monedas y las almas perdidas (Lucas 15) (Jeffrey R. Holland, “De nuevo llegaron profetas a la tierra”, Liahona, noviembre de 2006).

Por qué los jóvenes mormones sirven en misiones

De hecho un gran trabajo ha comenzado, y la predicación del Evangelio de Jesucristo es la responsabilidad de todos los seguidores de Cristo. En La Iglesia de Jesucristo es un derecho específico para los hombres que poseen el sacerdocio. La teología Santo de los Últimos Días enseña que el sacerdocio es la autoridad dada a los miembros varones dignos de la Iglesia para actuar en nombre de Dios para la salvación de Sus hijos. Los Santos de los Últimos Días además creen y enseñan que la misma autoridad del sacerdocio que existía en la iglesia original de Cristo existe en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la actualidad.

Las Escrituras enseñan que el «el campo blanco está ya para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma» (Doctrina y Convenios 4:4). Por tanto, cualquier joven del sacerdocio que tiene el deseo de continuar la obra y el trabajo del Señor en Su viña predicando el Evangelio restaurado de Jesucristo es llamado a la obra. Y como Thomas S. Monson, Presidente y Profeta de La Iglesia de Jesucristo, ha enseñado, «A quien el Señor llama, el Señor calificará», y «Cuando estás en la obra del Señor, tienes derecho a las bendiciones del Señor».

A medida que estos jóvenes poseedores del sacerdocio diligentemente se preparan para «embarcarse en el servicio de Dios» se les recuerda que deben estar dispuestos a servir a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza, y si lo hacen, se les promete que serán capaces de «apare[cer] sin culpa ante Dios en el último día» (Véase Doctrina y Convenios 4:2). Las Escrituras enseñan, además, que las calificaciones para la obra son «fe, esperanza, caridad y amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios» (Véase Doctrina y Convenios 4:5).

Mientras se desempeñaba como presidente de misión en Australia, el fallecido Bruce R. McConkie escribió acerca de estar en la obra del Señor :

Soy llamado de Dios. Mi autoridad es superior a la de los reyes de la tierra. Por revelación he sido seleccionado como representante personal del Señor Jesucristo. Él es mi Señor y Él me ha elegido para que lo represente. Para ponerse en su lugar, decir y hacer lo que él mismo diría y haría si él personalmente estuviera ministrando a las mismas personas a las que él me ha enviado. Mi voz es Su voz, y mis actos son Sus actos, mis palabras son Sus palabras y mi doctrina es Su doctrina. Mi comisión es hacer lo que Él quiere que se haga. Decir lo que Él quiere decir. Ser un testigo moderno en palabra y obra de la divinidad de su gran y maravillosa obra de los últimos días.

Durante la Sesión del sacerdocio de la Conferencia General de abril de 2004 de la Iglesia de Jesucristo, el presidente Monson conmovedoramente preguntó a los hombres jóvenes del Sacerdocio Aarónico: «Jóvenes, ¿están listos para responder? ¿Están dispuestos a trabajar? ¿Están preparados para servir?». Además amonestó a los jóvenes:

En el mejor de los casos, la obra misional requiere un ajuste drástico a nuestro estilo de vida. Exige largas horas y gran devoción, sacrificio desinteresado y oración ferviente. Como resultado, el servicio misional dedicado rinde beneficios de gozo eterno que se extienden a lo largo de la vida terrenal y aún en la eternidad. El desafío es ser siervos más útiles en la viña del Señor. [1]

Durante el transcurso de su intervención, el Presidente Monson también compartió una fórmula de cuatro puntos que garantizaría a todo el que se embarque en una misión el éxito en el campo misional. Estos cuatro puntos son: escudriñar las Escrituras con diligencia, planear su vida con propósito, enseñar la verdad con el testimonio y servir al Señor con amor.

¿Por qué los jóvenes mormones sirven misiones? Respuesta: Para predicar el mensaje del Evangelio restaurado, y a través de ese mensaje y el testimonio y el testigo del Espíritu Santo, llevar almas preciosas––hombres, mujeres y niños al conocimiento salvador de Jesucristo. Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, el misionero que redimió a las preciosas almas de toda la humanidad, da esta bendita seguridad según lo registrado en Doctrina y Convenios 18:15-16:

15  Y si acontece que trabajáis todos vuestros días proclamando el arrepentimiento a este pueblo y me traéis aun cuando fuere una sola alma, ¡cuán grande será vuestro gozo con ella en el reino de mi Padre!

16  Y ahora, si vuestro gozo será grande con un alma que me hayáis traído al reino de mi Padre, ¡cuán grande no será vuestro gozo si me trajereis muchas almas!

Las palabras de José Smith (Joseph Smith), el primer profeta de La Iglesia de Jesucristo, pone toda esta discusión en su marco apropiado. Él dijo:

“El estandarte de la verdad se ha izado. Ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra: las persecuciones se encarnizarán, el populacho podrá conspirar, los ejércitos podrán juntarse, y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independientemente, hasta que haya penetrado en todo continente, visitado toda región, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios, y el gran Jehová diga que la obra está concluida”.

 

Recursos adicionales:

Conozca a los misioneros mormones

Obra misional mormona

El Señor Jesucristo en el mormonismo

 

Este artículo fue escrito por

KeithKeith L. Brown

Keith L. Brown es un converso a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, habiendo nacido y crecido como Bautista. Estaba estudiando para ser un ministro bautista en el momento de su conversión a la fe mormona. Fue bautizado el 10 de marzo de 1998 en Reykjavik, Islandia mientras estaba en servicio activo en la Marina de los Estados Unidos en Keflavic, Islandia. Actualmente se desempeña como un misionero de barrio para el Barrio de Annapolis, Maryland, y como el especialista de estaca en Asuntos Públicos de la Estaca de Annapolis, Maryland. Él es un veterano de la Marina retirado honorablemente después de 30 años de servicio.